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London, United Kingdom
Investigadora en el Instituto de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Salamanca y en el Centro de Estudios Clásicos y Humanísticos de la Universidad de Coimbra. Doctora en filosofía por la Universidad de Salamanca (Febrero de 2008). Autora de cinco libros: "Una revolución hacia la nada" (2012), "Don Quijote de la Mancha: literatura, filosofía y política" (2012) "Destino y Libertad en la tragedia griega" (2008), "Contra la teoría literaria feminista" (2007) y "El mito de Prometeo en Hesíodo, Esquilo y Platón: tres imágenes de la Grecia antigua" (2006). Ha publicado varios trabajos en revistas académicas sobre asuntos de literatura, filosofía y teoría literaria. En su carrera investigadora ha trabajado y estudiado en las universidades de Oviedo, Salamanca y Oxford. Fundamentalmente se ha especializado en la identificación y el análisis de las Ideas filosóficas presentes en la obra de numerosos clásicos de la literatura universal, con especial atención a la literatura de la antigüedad greco-latina y la literatura española.

No es que esto sea Ítaca, pero verás que es agradable

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Si amas la literatura y adoras la filosofía, éste puede ser un buen lugar para atracar mientras navegas por la red.
Aquí encontrarás acercamientos críticos de naturaleza filosófica a autores clásicos, ya sean antiguos, modernos o contemporáneos; críticas apasionadas de las corrientes más "totales" del momento: desde la moda de los estudios culturales hasta los intocables estudios "de género" o feministas; investigaciones estrictamente filosóficas sobre diversas Ideas fundamentales y muchas cosas más. Puede que hasta os echéis unas risas, cortesía de algún autor posmoderno.
Ante todo, encontraréis coherencia, pasión, sinceridad y honestidad, antes que corrección política, retóricas complacientes y cinismos e hipocresías de toda clase y condición, pero siempre muy bien disimuladas.
También tenemos la ventaja de que, como el "mercado" suele pasar de estos temas, nos vengamos de él hablando de algunos autores con los que se equivocó, muchísimos, ya que, en su momento, conocieron el fracaso literario o filosófico y el rechazo social en toda su crudeza; y lo conocieron, entre otras cosas, porque fueron autores muy valientes (son los que más merecen la pena). Se merecen, en consecuencia, el homenaje de ser rehabilitados en todo lo que tuvieron de transgresor, algo que, sorprendentemente, en la mayoría de los casos, sigue vigente en la actualidad.
En definitiva, lo que se ofrece aquí es el sitio de alguien que vive para la filosofía y la literatura (aunque, sobre todo en el caso de la filosofía, se haga realmente duro el vivir de ellas) y que desea tratar de ellas con respeto y rigor, pero sin perder la gracia, porque creo que se lo debemos, y si hay algo que una ha aprendido de los griegos es, sin duda, que se debe ser siempre agradecido.

lunes, 22 de marzo de 2010

La deshumanización del arte

Lo prometido es deuda y, como anuncié, ha llegado el momento de echar un vistazo a las tesis que en estética defendió el filósofo español Ortega y Gasset.
Ortega parte en sus reflexiones sobre el arte de una constatación sociológica: el arte contemporáneo provoca rechazo e incomprensión en gran parte del público. Ortega distingue entre lo que “no es popular” y lo impopular. Si el romanticismo se caracterizó por su popularidad, por gozar del favor de la masa a la que halagaba, el arte nuevo que pretende caracterizar Ortega es impopular por excelencia, es antipopular. Sólo una minoría selecta es capaz de comprender este arte.
Este hecho es utilizado por Ortega para reafirmarse en la tesis defendidas en otras obras como “España invertebrada” y la “Rebelión de las masas”. La sociedad se encuentra jerárquicamente constituida en “castas” (vocablo muy del gusto de Ortega). La obra de arte funciona, pues, como seleccionadora social. Este disgusto de la masa se funda además en su incapacidad para comprender el arte. Lo decisivo del arte contemporáneo no es que nos permite diferenciar a qué casta pertenece un hombre, sino que el principio diferenciador es intelectual: comprender el arte nuevo nos
sitúa en la casta de los individuos intelectualmente válidos.

“A mi juicio, lo característico del arte nuevo, “desde el punto de vista sociológico”, es que divide al público en estas dos clases de hombres: los que
lo entienden y los que no lo entienden. Esto implica que lo unos poseen un órgano de comprensión negado, por tanto, a los otros; que son dos variedades distintas de la especie humana. El arte nuevo, por lo visto, no es para todo el mundo, como el romántico, sino que va desde luego dirigido a una minoría especialmente dotada. De aquí la irritación que despierta en la masa” (La deshumanización del arte, 355).

Pocas conclusiones pueden sacarse más peregrinas acerca de la consideración de una obra de arte, pero sigamos con nuestro recorrido por las ideas orteguianas. El arte nuevo humilla al hombre porque le pone ante su incapacidad para comprender, pone de manifiesto su inferioridad. El arte nuevo es la belleza pura que se muestra esquiva e inasible a la burguesía. El arte nuevo es aristocrático. Antes de continuar quisiera decir que me parece absolutamente deleznable pretender cifrar el valor de algo en su incomprensión por parte de la mayoría. El arte nuevo se solidarizaría así con lo que políticamente exigía Ortega en su “España invertebrada”: el arte nuevo enseña a la masa a mantenerse en su papel secundario, les demuestra que nada tienen que aportar al curso de la historia. De la misma manera, ayuda a que esa
aristocracia intelectual se haga autoconsciente y pueda asumir las riendas contra la masa que había tomado el poder durante el romanticismo. El arte nuevo demuestra la desigualdad intrínseca existente entre los hombres vulgares y los hombres egregios. He aquí la futura salvación de Europa,sacar a la élite de la masa en que la había sumido el Romanticismo. El arte nuevo ha de tener su correlato político, según la teoría histórica de Ortega que concibe la sociedad según criterios organicistas y como gobernada por impulsos biológicos.

Ortega nos ofrece una definición del goce estético: “[…] a la gente le gusta un drama cuando ha conseguido interesarse en los destinos humanos que le son propuestos. […] Y dice que es buena la obra cuando ésta consigue producir la cantidad de ilusión necesaria para que los personajes imaginarios valgan como personas vivientes. […] Esto quiere decir que para la mayoría de la gente el goce estético no es una actitud espiritual diversa en esencia de la que habitualmente adopta en el resto de su vida” (357).

El arte será para la masa el conjunto de medios que permiten construir cosas humanas interesantes. Parte Ortega, para empezar, a mi juicio, de un gravísimo error ontológico: reduce lo humano al ámbito de lo psicológico (habla de odios, amores, penas, alegrías…). Esto hace que toda la argumentación orteguiana se encuentre viciada desde el principio, tan humano es un átomo de hidrógeno (no deja de ser una construcción científica) como el amor o el odio. Si estas realidades se diferencian es por su materialidad y por su categorización, no por su inhumanidad, pero sigamos.
Esta identificación psicológica es a lo que la masa ha reducido el goce artístico, pero nada tiene que ver con la autenticidad de éste. Gozar un objeto artístico tiene mucho que ver con la perspectiva con que uno desee acercarse a la obra de arte.
Una obra de ate puede ser vista:

- Como la representación de algo.

- Como un objeto cerrado en sí mismo que no requiere de la consideración de ninguna otra realidad. Aquí cifra Ortega la irrealidad del objeto artístico, en una expresión, a mi juicio, ciertamente desafortunada. El arte es ficción y la ficción es irrealidad.

“Romanticismo y naturalismo, vistos desde la altura de hoy, se aproximan y descubren su común raíz realista. Productos de esta naturaleza sólo parcialmente son obras de arte, objetos artísticos. Para gozar de ellos no hace falta ese poder de acomodación a lo virtual y transparente que constituye la sensibilidad artística. Basta con poseer sensibilidad humana, y dejar que en uno repercutan las angustias y alegrías del prójimo” (358-359).

La verdad es que pocas explicaciones más simplistas pueden darse del arte anterior al siglo XX. Una vez más la filosofía de Ortega pone al descubierto su mayor defecto: el psicologismo. Todo lo humano, incluido el arte, queda en Ortega reducido a una dimensión psicológica, sin preocuparse de entrar en mayores distingos a propósito de las causas y consecuencias de la construcción psicológica representada en las distintas obras.
El arte nuevo representa la tendencia a la purificación del arte (Ortega decide dejar de lado la discusión acerca de la posibilidad de un arte totalmente puro, a saber, no humanizado). El arte nuevo es sólo comprensible y asequible para los propios artistas. Establece la jerarquía de los artistas frente a la masa. Es un arte, pues, del gremio y para el gremio, y un gremio muy subvencionado actualmente, añadiría yo.
Siete serían, a juicio de Ortega, las características del arte nuevo: 1) La deshumanización. 2) La evitación de las formas vivas. 3) Reducir la obra de
arte a sí misma. 4) El arte como juego. 5) La ironía. 6) Eludir la falsedad centrándose en una escrupulosa realización. 7) La intrascendencia (ausencia de significado, podríamos decir).
El arte nuevo exige la contemplación del objeto o del suceso, mas nunca su vivencia. La vivencia nos involucra y nos impide la deshumanización que ha de caracterizar el arte. El arte deshumanizado se entiende por referencia a esa vivencia humana primordial de la que el artista decide distanciarse.
La deshumanización implica una lucha contra la realidad y contra lo que hay en ella de humano. Se trata de crear ultra-objetos que provoquen en nosotros emociones y pasiones secundarias que la vida real nunca despertaría. En esto consiste el goce estético propugnado por la nueva sensibilidad artística, representada de manera ejemplar en el “ultraísmo”. Si el arte nuevo pinta a un hombre lo hará de tal manera que deformará su humanidad hasta tal punto que llegue a ser prácticamente irreconocible.
Ahora bien, el arte nuevo no se caracteriza por la ausencia de sentido o de razón. Se trata de dotar de significación a esa huída de la realidad, de dotar de sustantividad a lo no humano y a lo no natural (todo lo contrario de lo hecho por movimientos como el dadaísmo, al que Ortega califica de “broma”, p. 366). La realidad es siempre ese núcleo primigenio del que el nuevo arte pretende evadirse. Se trata de a negación del arte como verosimilitud. El arte no debe apelar a los sentimientos, sino a la inteligencia.
El arte nuevo se rebela igualmente contra quienes pretenden hacer de la actividad artística una especie de salvadora de la humanidad. El arte sólo es arte, ni refleja la vida ni pretende intervenir en ella. El artista no desea ser ni un héroe ni un hombre vulgar, desea ser poeta, pintor, músico, nada más ni nada menos. El arte se convierte en una broma, en juego, comienza a reírse de sí mismo, sin pretensiones. Sus armas: la metáfora, cuyo origen se encuentra en el tabú; el cambio de perspectiva; el rechazo de la tradición y de la normativa estética; el horror ante las figuras humanas (de ahí el refugiarse en formas geométricas).
El psicologismo lo invade todo en Ortega, desde sus reflexiones sobre la música de Beethoven o Wagner, hasta las conclusiones que extrae de su teoría estética:

“Se dirá que el arte nuevo no ha producido hasta ahora nada que merezca la pena, y yo ando muy cerca de pensar lo mismo. De las obras jóvenes he pretendido extraer su intención, que es lo jugoso, y me he despreocupado de su realización. ¡Quién sabe lo que dará de sí este naciente estilo! La empresa que acomete es fabulosa – quiere crear de la nada” (386).

Por último, quisiera decir que Ortega reconoce que estas tendencias pueden rastrearse en mayor o menor medida en toda la historia del arte, salvo en su denostado siglo XIX.
¿Qué nos ofrece la obra de Ortega? En primer lugar estamos ante una muy acertada comprensión de diversas teorías estéticas que se sucedieron en el siglo XX. El problema sería el vocabulario terriblemente idealista del que se encuentra presa la teoría orteguiana, así como su excesivo psicologismo y su estrecha noción de la realidad, fruto de la ausencia de una ontología solvente.
Ortega señala en su ensayo diversas características que podrían situarse claramente en tres ejes:

- En el eje sintáctico encontramos las cuestiones relativas a la elaboración: la perspectiva, el uso de metáforas, la distorsión, la preferencia por ciertos objetos, etc.

- En el eje semántico tenemos de todo. Desde un arte fuertemente esencialista como pudiera serlo el geométrico, hasta un arte que se agota en el fenómeno, su significado se agotaría en lo representado, convirtiendo la obra de arte en algo intrascendente. Ahora bien, no podemos pasar por alto que todas estas doctrinas estéticas nos están ofreciendo tesis acerca de lo que debe ser el arte. Decir que el arte debe ser una actividad lúdica e intrascendente conlleva una definición y un descrédito de las manifestaciones que no encajen en estos postulados. Como diré a continuación, todo lo manifestado por Ortega no deja de ser la manifestación de una nueva preceptiva, una nueva regulación de la actividad artística, el inicio de una
nueva tradición que posee también sus iniciadores: Mallarmé, Debussy.

- En el eje pragmático asistimos a una negación de las normas anteriores, pero no por ello dejamos de asistir a la formación de un nuevo canon. Así mismo asistimos a un mismo impulso en todas las disciplinas estéticas. El nuevo arte es una actividad elitista pero también grupal y gremial.

Acaso la mayor diferencia se encuentre en la perspectiva estética: el arte es sustraído a la red social de la que antes formaba parte. No pretende nada, ni tan siquiera desea gustar o ser entendido. Es un arte hecho por artistas y para artistas que, a lo sumo, proporciona al hombre que lo contempla el placer de la evasión. No caben mayores diferencias con el surrealismo, y debo decir que juzgo a ésta como una opción mucho más interesante y sólida filosóficamente hablando.

*Nota: cito por la edición de las obras completas de Ortega en Alianza Editorial. “La deshumanización del arte” se encuentra en el tercer tomo.

15 comentarios:

  1. Hoy día el arte no cumple ninguna de las funciones que antes sí cumplía. Siendo bastante amplio, el arte plástica, por ejemplo, solía ser atendida, y entendida en un ámbito exclusivamente religioso, también, obras literarias cantadas, como las clásicas, eran dirigidas a un público oyente.
    Bien, después del movimiento vanguardista el espacio donde se manejaba el arte, se rompe y finalmente se va todo, a la mismisima mierda (perdón por el exabrupto).
    Ahora, yo no soy partidario de considerar que algo sea arte cuando no está dirigido a nadie. Uno de los principios fundamentales de la misma, a mi creer, era el de dirigirse a alguien cualquiera, para generar en el espectador algo (ni siquiera ese algo llamado punctum del que habla Barthes). No creo en la muerte del arte, pero si creo en que el estado en que se hayan los artistas es de completa desorientación. Y no me atrevería nunca a limitarla en ningún espacio concreto y cerrado. Para mí, hoy día nos encontramos en medio de un cambio importante, sin motivos fuertes que lo lideren.
    Espero algún día poder contribuir con éste, para que de a poco vuelva a encaminarse todo este desastre desordenado que se repite y repite en todo el mundo.
    Tu blog va a los favoritos, es muy difícil encontrar a alguien que sepa leer (que lo sepa hacerlo bien).
    Saludos, y espero no haberte molestado con mi comentario.
    Dejo mi e-mail, por las dudas.
    fedesieder@live.com

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  2. Hola, ¿cómo me iba a molestar el comentario?, es más, me parece muy valioso y estoy muy de acuerdo en muchas cosas que dices y te agradezco mucho que te hayas decidido a decirlas en el blog.
    Precisamente, lo que pretendía criticar en esta entrada es toda esa, si me permites la expresión, idiotización del mundo del arte (en el sentido etimológico) que para mí tiene un claro antecedente en Ortega: un arte hecho por el gremio y para el gremio, para que se repartan el pastel, vivan de subvenciones y hagan cosas que no le interesan a nadie y que, en muchos de los casos, causan risa, a la par que indignación por el dinero que hay detrás, muchas veces público. Yo veo a Ortega un claro precursor de este "elitismo" artístico, que en el fondo no deja de ser una cerrazón gremial frente a cualquier tipo de criterio (los criterios no son muy populares hoy en día en nada). La desorientación de la que hablas me parece una consecuencia lógica de esa ausencia de principios y valores estéticos, propios de una época que decidió que cada obra en sí misma es un código que no tiene por qué entender nadie que no sea el que lo ha creado, una especie de autismo estético. Por eso en el surrealismo aún apreciaba el hecho de que intentaban ofrecer un pensamiento estético fuerte y bien fundamentado, pero sí, todo eso se ha ido a la porra, como tú muy bien explicas.
    Muchas gracias por participar, de verdad, y espero volver a verte por aquí. Y mucho ánimo con lo que estés haciendo, ya que por tu mensaje parece que te dedicas a estas cuestiones y que estás trabajando en algo.
    Saludos,

    Violeta (vioval79@gmail.com, por si necesitas cualquier cosa).

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  3. Hola!
    Me gustó mucho la reflexión acá desarrollada.

    Puedo notar en Ortega una definición quizás apresurada o aparentemente inclinada sobre el arte nuevo, aunque sí le creo cuando habla sobre su neutralidad frente al tema. Resultó que a medida que leía el texto (junto a MUSICALIA, del tomo II), me iba dando la sensación de que quedaban algunos vacíos, sobre todo al momento de hablar de la cuestión musical: ¿en que sentido representa la estructura musical romántica (cuando por ejemplo, menciona La Pastoral de Beethoven) el sentir burgués fuera de una mera convención social? ¿de que forma la abstracción natural del lenguaje musical puede ser nuevamente abstraída a un tipo de forma "intelectual"?

    Lo que me ha quedado claro, es lo que respecta a la misma deshumanización artística; el esfuerzo por las formas, por lo irreal, por lo inhumano y con ello, lo intelectual. Aunque me gustaría pensar que ese no es el único propósito de este arte pues, así como critíca Ortega la función artística del arte romantico al final de MUSICALIA escribiendo

    "Ello aclara el error de creer que el valor de una obra se mide por su capacidad de arrebatar, de penetrar violentamente en los sujetos. Sí así fuera, los géneros superiores serían las cosquillas y el alcohol",

    perfectamente podría hacerce de manera inversa con el arte intelectual (con un sudoku y cubo de rubik quizás).

    Algo particularmente interesante de este análisis, que es lo que considero puede ser el gran error de Ortega acá evidenciado, es el psicologismo al que recurre. Mi pregunta es la siguiente:

    ¿debiése entender por psicologismo en este caso particular el hecho de que Ortega hace su juicio solo a partir de una clasificación artística según lo sentimental y lo intelectual? ¿es eso?

    y pues nada, que he disfrutado leyendo esto y continuaré sin duda leyendo más en este blog.
    Saludos! (:

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  4. Hola Ricardo.

    En primer lugar, muchísimas gracias por el comentario. Vamos a ver, tu pregunta y tus comentarios tocan varios temas muy relacionados entre sí. Empecemos por lo más fundamental y todo lo demás irá saliendo.

    El psicologismo en Ortega. Con esta calificación de sus distintas teorías me refiero a que para Ortega, tanto en la teoría política como en la artística, lo más fundamental a la hora de analizar un fenómeno es ver qué reacciones de naturaleza emocional, afectiva, motivacional, y, en general, psicológicas, se producen en el destinatario: ya sea el ciudadano en la teoría política o el público en teoría artística.

    No se trata de un análisis de tipo racional, sino de un análisis que juzga los fenómenos por sus consecuencias psicológicas en el receptor (ni siquiera importa mucho analizar al emisor y su trabajo, simplemente interesa de él si su mensaje motiva o no al receptor). Por ejemplo, en teoría política, Ortega define al Estado como un conjunto de individuos que siguen un proyecto común propuesto por los dirigentes, y este proyecto debe motivarlos e ilusionarlos, porque si no el Estado comenzará a desintegrarse (espero que esto sirva para entender por qué califico su teoría de psicologista o reduccionismo psicológico). Aclarado esto, pasemos ahora al arte.

    Cuando Ortega habla del arte romántico lo que realmente critica es que se trata de un arte accesible al gran público. Una persona puede escuchar un nocturno de Chopin y emocionarse y disfrutar con la pieza sin necesidad de tener ningún tipo de conocimiento. En este punto reside la crítica orteguiana al arte romántico, en su accesibilidad y capacidad para provocar emociones (de nuevo aquí vemos el psicologismo de su teoría: si te das cuenta enfoca el asunto desde el punto de vista de la reacción psicológica y emocional de alguien que escuche una pieza musical romántica).

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  5. Vayamos ahora al nuevo arte. Éste goza de las simpatías de Ortega (yo no me creo su neutralidad, luego explicaré por qué) porque la sensación emocional y psicológica que produce en el receptor es la de sentirse inferior, ya que no puede entenderlo. Ortega no es neutral por una sencilla razón, en sus obras siempre está presente el elitismo (llega incluso a reivindicar la sociedad de castas de la India con algún pequeño ajuste), y es aquí donde su teoría del arte enlaza con su teoría política: la masa, como a él le gusta decir, puede disfrutar una pieza romántica, pero ante el nuevo arte se siente impotente e ignorante y, he aquí lo fundamental, esto le hace tomar conciencia de su papel como masa que se encuentra por debajo de los hombres superiores. Nada importa analizar el arte moderno, ver qué códigos maneja, si es que maneja alguno, o qué ideas transmite, no, lo importante del arte moderno no es lo que quiera expresar, sino que es su función de identificación: señala quién pertenece a la masa y su inferioridad. Nada hay que case más con la teoría política de Ortega, por eso me cuesta mucho creerme esa neutralidad.

    Respecto a la cita de Ortega que traes a colación, pudiera parecer que contradice lo que aquí he señalado con respecto a Ortega, ya que parece que está criticando a quienes miden el valor del arte por la emociones que provoca, pero no es así. En esa cita lo que se evidencia es que Ortega niega el valor de gran obra de arte a los trabajos que provoquen esas determinadas sensaciones: de regocijo, pasión y gusto, algo que para Ortega es muy de la "masa"; de hecho, si te fijas, pone ejemplos de cosas vulgares y comunes que producirían la misma sensación, pero nada dice (y he aquí la vulgaridad, ahora sí a mi juicio, de sus análisis) de los conocimientos, técnicas, habilidades y capacidades que se necesitan para componer una pieza musical, o de su complejidad, que supera con mucho a la de tomarse una copa o hacer cosquillas. Como a él sólo le importa la emoción provocada, eso le hace igualar el acto de hacer cosquillas con la composición de una obra musical, lo que, a mi juicio, demuestra lo absurdo de las teorías orteguianas, que no sirven ni para discriminar fenómenos tan distintos. Detrás de esa cita se podría continuar diciendo, y sería consecuente con las teorías orteguianas, el valor de una obra de arte se mide por su capacidad de disgustar, incomodar, desconcertar, frustrar y, en consecuencia, identificar a las masas, por lo que yo añadiría, si me permites la gracia, que para Ortega el valor de una gran obra de arte haría que se tuvieran que nombrar como géneros supremos el que te den una patada en el estómago o una paliza.
    Ortega olvida muchas cosas en sus análisis (olvidos nada inocentes, diría yo).

    Para acabar, señalaré que una de las cumbres de las vanguardias fue el surrealismo, movimiento estético que no dejó de expresar una y otra vez qué ideas había tras sus trabajos y qué función política y social querían jugar, y no era precisamente una función elitista o aristocrática al modo de Ortega (Ortega critica el arte burgués también porque su elitismo no responde a la burguesía sino a un pensamiento aristocrático que va más allá y que, como textualmente nos dice: esa élite que busca no tiene por qué identificarse con las clases más altas de una sociedad, ahora bien, es lógico pensar que sólo las clases más altas puedan formar esa élite -lo que a mi juicio no deja de significar: sí, puede haber alguna excepción, pero las élites se forman en las clases más elevadas-). Yo me quedo con Breton y con sus análisis filosóficos y estéticos.

    Espero haber contestado a tu pregunta. En cualquier caso, aquí estoy.

    Un afectuoso saludo,

    Violeta

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    Respuestas
    1. Hola nuevamente!

      Me siento muy agradecido de haber recibido una respuesta así, de verdad muchas gracias (:

      Se me ha aclarado todo con tu respuesta. De Ortega la verdad, me he limitado a leer solo sobre arte, pero veo claramente que tiene una postura definida al momento construir sus ideas que empapan todo su pensamiento. Valoro muchísimo que me hayas mostrado esta delineación.

      Eso, gracias por el tiempo dedicado.
      Rodrigo (:

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  6. Gracias a ti, Rodrigo, por leer la entrada, por participar con comentarios tan valiosos y por todo.

    Un placer,

    Violeta :)

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  7. Hola leyendo los comentarios por ahi... Entonces cuales son los puntos fuertes y de acertada interpretacion con respecto al arte que profesa Ortega ?

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  8. Para mí no posee muchos puntos fuertes la teoría de Ortega, sinceramente. Se trata de una teoría psicologista y sociologista que en ningún momento aborda esencialmente los contenidos de las obras o su configuración. Es sobre todo una estética de la recepción, ya que es en el fenómeno de la recepción donde pone el acento, pero muy sesgada políticamente, ideológicamente habría que decir para ser más exactos, ya que no se trata tanto de usar el arte para un análisis político esencial y de naturaleza filosófica, sino para justificar la ideología del autor, con la que tampoco estoy de acuerdo en absoluto. Pero fue una teoría fundamental en la historia del pensamiento estético, y por eso merecía un análisis detallado. Además, para mí, supone uno de los precedentes de algunas formas de pensamiento estético contemporáneo, formas que yo considero nefastas pero que tienen una vigencia indudable, así que su interés radica fundamentalmente en la influencia que tuvo. De todos modos, en cuanto a las estéticas de la recepción, otros autores, como Jauss, son mucho más complejos filosóficamente y mucho más interesantes. Yo así lo creo.

    Un cordial saludo,

    Violeta

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    Respuestas
    1. Gracias por contestar, buen punto analítico. Pero tengo una duda, entonces, ¿la lucha de clases o de contrarios incide en la obra artística o se ve reflejada en alguna manera ?. (según con lo que me dijiste)... y pues por otro lado, si no es mucha molestia me gustaría que me recomendaras algunas lecturas contemporáneas con respecto al arte y estética para una mejor comprensión de dichos temas. De antemano gracias y felicidades por tu blog en lo particular me gusta mucho es muy integro...

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  9. Hola otra vez. El tema que planteas es muy interesante y, de hecho, ha sido una de mis preocupaciones principales en todas las investigaciones que llevo acabo acerca de la literatura. Lo defendí en mi tesis doctoral, y sigo pensando igual: la relación entre el arte, la literatura en concreto, y la política, existe siempre y cuando es buena, a saber, cuando estamos ante una obra literaria políticamente valiosa, es cuando la política se encuentra en ella pero no de una forma ideológica, sino en tanto que problema que afecta a un conjunto de ideas muy determinadas: las clases, por supuesto, pero también la guerra, la ciudadanía, la responsabilidad que como individuos tenemos hacia el estado, las leyes y lo que nos exigen, las responsabilidades éticas, de naturaleza individual o familiar, que pueden entrar en conflicto con las exigencias que se nos plantean en tanto que ciudadanos, la libertad, etc... Todo lo que tenga que ver con estas ideas es política, y no es algo panfletario, en el sentido de rastrear si un autor encaja con el ideario político de un partido, es algo más complejo, sutil y filosófico, es tratar de las ideas que moldean nuestra vida individual y social y que nos envuelven en multitud de conflictos de naturaleza dialéctica, conflictos muy reales.

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  10. Respecto a las lecturas, pues a ver, veo por tu mensaje que te interesa la cuestión de las clases sociales. Todos los análisis del arte que venían de un enfoque teórico marxista son verdaderamente valiosos e interesantes. Ahí tienes a Vernant, Vidal-Naquet, Breton, Finley es otro autor muy interesante. Se trata de autores que antes de analizar una obra intentan comprender a la perfeccción el contexto social y económico en el que se gestó, y eso es absolutamente primordial. Aquí hay muchos, yo es una de las cosas a las que me dedico también, lo que pasa que me parece que tú podrías estar más interesado en cuestiones más generales. Si retrocedemos en el tiempo, a mí me parece fundamental Schiller, todas sus ideas acerca de cómo el arte podía ayudar a cumplir esos ideales que la razón había podido identificar pero no imponer. Respecto a las estéticas de la recepción yo te recomendaba a Jauss, que filosóficamente es hijo de Husserl y lleva a cabo reflexiones muy valiosas y muy serias acerca de la relación de la obra de arte con el contexto en el que se crea y en que se recreará posteriormente a lo largo del tiempo. Gadamer, por ejemplo, a mí ya no me parece tan valioso y me resulta muy decepcionante, pero no cabe duda de que es otro referente. También fue un referente, en cuanto a las relaciones del arte con la política, Heidegger, defendiendo ideas terribles y espantosas, todo hay que decirlo. No se puede olvidar tampoco a Adorno y en general a la primera Escuela de Teoría Crítica, que tanta atención prestaron a estas cuestiones. Benjamin también es sumamente interesante. Para mí también fueron especialmente valiosas todas las reflexiones del Romanticismo alemán en estética, que tomaban como uno de sus referentes principales la literatura griega y las preocupaciones políticas que en su momento les acechaban, y que en el fondo son muy parecidas a las que tienen todos los hombres en sus relaciones con la sociedad. Kant es otro autor cuyas reflexiones estéticas me parecen sumamente útiles y valiosas. Fundamental también es Burke, en concreto cómo asocia la idea de lo sublime al Estado y al poder. Yendo aún más atrás, para mí uno de los primeros ejemplos de análisis de las relaciones, de naturaleza filosófica, que median entre el arte y el contexto social fue, sin duda, la poética de Aristóteles. Su concepto de catarsis no es una reflexión sobre la literatura en sí, es una reflexión sobre los efectos sociales e individuales de la literatura, sobe su relación con el mundo que le rodea, y esta relación es eminentemente social y, por tanto, y en sintonía con la definición aristotélica del hombre, totalmente política. También tenemos a Platón, que en cuanto a la funcionalidad social de la literatura era un auténtico cínico y la consideraba un buen instrumento para la manipulación ideológica de la ciudadanía (y no iba desencaminado en absoluto, lo único que él lo formuló de forma mucho más grosera). Te remito para ello al libro tercero de su República. Respecto a los autores posmodernos, bueno, si conoces el blog ya habrás visto que no estoy de acuerdo con sus métodos de análisis, aunque no dejo de reconocer que en sus primeros años y en sus primeras obras tienen contribuciones absolutamente brillantes, pero más en el terreno filosófico de la metafísica. Cuando se han dedicado a aplicarlos a análisis políticos y literarios es cuando su utilidad, en mi opinión, se desvanece y se pierden en el caos que es el post-estructuralismo y el post-modernismo. En fin, hay mucha tela en todas estas cuestiones, tan fundamentales y preciosas. Espero haberte contestado más o menos, se trata simplemente de algún apunte, y gracias por participar en el blog y por los amables comentarios que haces.

    Un afectuoso saludo,

    Violeta

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  11. Saludos. Interesante artículo, y más interesantes aún tus demás intervenciones. Me gustaría que me aclararas si piensas que la teorías del arte nuevo de Ortega y Gasset corresponden con las características del arte nuevo, si en realidad expresan la naturaleza y las intenciones del arte de vanguardia de principio o si simplemente piensas que la posición de Ortega y Gasset es un punto de vista de sesgado. Digo, porque entiendo que no te parezca correcto su enfoque psicológico y sociológico que consideras reduccionistas y los términos que usas para caracterizarlo. Pero más allá del modo en que están enfocadas y expresadas son sus conclusiones, ¿estás son validas en cuanto al arte nuevo?, ¿corresponden sus teorías con los hechos? Gracias.

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  12. Hola Edwin, muchas gracias por tu intervencion (y perdoname por no usar tildes en mi respuesta). Tu pregunta es muy interesante. Yo creo que la teoria del arte de Ortega responde sobre todo a su propia filosofia politica, y en cuanto tal, muchas de las afirmaciones que hace sobre el arte de vanguardia no explican en absoluto, a mi juicio, los movimientos artisticos vanguardistas. Ahora bien, creo que su teoria si puede considerarse precursora de lo que en nuestro momento es el arte contemporaneo en muchas de sus manifestaciones. Es decir, que considero que la teoria orteguiana no encaja con algunas de las vanguardias clasicas, pero si encaja bastante bien con el negocio del arte tal y como se ha institucionalizado en nuestros dias, a saber, la concepcion del arte como algo que no debe responder a ningun codigo y que renuncia a la comunicacion de ideas centrandose unicamente en un circulo gremial muy cerrado que es el que le otorga el valor artistico y eoconomico. La teoria de Ortega puede considerarse muy avanzada (o muy influyente, mas bien) en tanto que puso el acento en ciertas caracteristicas que el arte contemporaneo y las teorias del arte posmodernas han popularizado en los ultimos tiempos. Sus teorias se adaptarian mejor a algunas de las manifestaciones artisticas actuales que a vanguardias clasicas como lo era la estetica surrealista, por ejemplo. Ortega estaria mas en sintonia con un Vattimo que con un Breton, y ello se debe en gran parte a ese enfoque psicologista que le acerca muchisimo a los reduccionismos practicados (erroneamente a mi juicio) por los autores posmodernos respecto al arte y a la literatura. Se trata de concepciones del arte que lo reducen a un mero entretenimiento gremial, despojandolo de todas las valiosas ideas que siempre han venido asociadas a las manifestaciones artisticas, y eso es algo que, por desgracia, creo que esta triunfando en nuestros dias. Podriamos decir que al final es Ortega quien ha prevalecido y quien ha marcado la tendencia mas mayoritaria.

    Es lo que yo pienso, espero que mi respuesta te sea de utilidad para aclarar al menos mi posicion al respecto.

    Muchisimas gracias una vez mas por tu valiosa intervencion y un afectuoso saludo,

    Violeta

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