II. ¿Encontramos en Murray una verdadera filosofía de la religión?
El libro de Murray consta de cinco ensayos. Aquí vamos a mantener la posición de que sólo en los dos primeros se puede encontrar un intento (luego veremos si acertado o no) de elaborar una Filosofía de la Religión. Los tres ensayos restantes serían más bien un estudio de la Religión griega en relación con distintas etapas históricas: la de las grandes escuelas del siglo IV a. C., la posterior a estas Escuelas que el autor define como «la obra de la cultura helenística sobre una cepa hebrea» y que estaría dominada por el misticismo, y, para finalizar, la reacción anticristiana de Juliano el Apóstata. En estos tres últimos ensayos se limita a una exposición histórica de la Religión, sus relaciones con la Filosofía, con la Moral, con la Política..., pero es mi tesis que en ellos no mantiene ninguna postura que tenga que ver, ni de lejos, con una Filosofía de la Religión. Es por esto por lo que vamos a prestar especial atención a sus dos primeros ensayos, los titulados Saturnia Regna y La conquista Olímpica.
Es entos ensayos en los que parece que Murray intenta responder a preguntas sobre la esencia de la Religión. Convendría, no obstante, no olvidar que el libro de Murray sólo tiene por objeto de estudio la Religión griega, con lo cual ya no estamos hablando del intento de establecer una teoría global, acaparadora de todo el material religioso, como lo es la de Bueno, sino de una teoría específica de una religión en particular.
II. 1. Toda verdadera filosofía de la religión debe seguir la forma lógica del progressus y del regressus
En Murray se puede decir justamente, que no hay un regressus de los fenómenos a las esencias. Siempre se queda en la mera constatación fenomenológica de hechos, sin intentar ir más allá. Consecuencia de esta falta de regressus, su Teoría, puede decirse, cae la mayoría de las veces en el Sociologismo (como, por otra parte, era de esperar teniendo en cuenta el punto de vista filológico en el que se mueve en gran parte de la obra), y otras en el Psicologismo, alternando ambos puntos de vista según le convengan.
Hemos de decir que esta caída en el Sociologismo o en el Psicologismo es consecuencia inmediata del hecho de que no nos encontramos ante una Filosofía de la Religión, sino ante una Teoría categorial (como seguiremos demostrando a lo largo de todo el trabajo). Ahora bien, ¿a qué responde esta mezgla entre Sociologismo, Psicologismo, método Filológico, &c.? Nuestra respuesta será muy sencilla, aunque polémica. Creemos que esta mezcolanza responde únicamente a las pretensiones que Murray tiene de establecer una Filosofía de la Religión, pretensiones no explícitas pero sí, creemos, implícitas en su método.Es una tendencia muy común el identificar la Filosofía en general y la de la Religión en particular, con una teoría general, mientras que las teorías categoriales serían teorías específicas, no generalizadoras. Esto es falso. Como estamos viendo, el criterio para que una teoría sea una Verdadera Filosofía de la Religión no está tanto en que haga una generalización como en que siga un método filosófico consistente en este primer punto del que nos estamos ocupando ahora y en otros, de los que nos ocuparemos más adelante, para ir afianzando nuestro diagnóstico.
Pondremos como ejemplo del punto de vista sociológico unos fragmentos sacados de los dos primeros ensayos:
«Los olímpicos eran los dioses montañeses de los viejos invasores del norte, los jefes y príncipes, cada uno con su comitatus o séquito suelto de partidarios y jefes menores que irrumpieron sobre el ordenado esplendor de los palacios egeos y, lo que es más importante, en la oredenada simplicidad tribal de las aldeas prehelénicas del continente. Ahora bien, es un canon de los estudios religiosos que todos los dioses reflejan el estado social, pasado o presente de sus adoradores.»{15}
«Podemos analizar el movimiento [ el de la Religión Olímpica] en tres elementos principales: una expurgación moral de los viejos ritos, una tentativa de poner orden en el antiguo caos, y finalmente, una adaptación a nuevas necesidades sociales.»{16}
Como vemos, en este enfoque sociológico se habla de los dioses como hechos a imagen y semejanza de la sociedad que los adora, pero sin explicar cómo se ha llegado a esos dioses, por qué son adorados, ni cuál es su génesis segregados del específico marco cultural, social y económico griego, es decir, en un contexto global.
En cuanto al enfoque psicologista, mucho más equivocado y oscuro, a nuestro juicio, que el sociológico (enfoque muy interesante que no carece en absoluto de interés y que suele arrojar abundante luz sobre los fenómenos que estudia, cuando se hace bien), las citas podrían ser muy abundantes:
«[Hablando de la Religión Olímpica] Como tantas veces en el desarrollo de Grecia, nos vemos llevados por el inmenso poder formativo de la ficción o la fantasía.»{17}
«No intentaré dar ninguna definición de Religión. La religión, como la poesía y muchas otras formas de vida, no es definible. Pero puede describírsela hasta cierto punto o, por lo menos, señalar algunas notas características [prueba de que en Murray no se da nunca un regressus más allá de lo fenomenológico]. En primer lugar, la religión trata esencialmente, de la región sin mapa de la experiencia humana. Una gran parte de la vida humana ha sido explorada y examinada; comprendemos sus causas activas y sus problemas no nos dejan en suspenso. Éste es el dominio del conocimiento positivo. Pero en los que nos rodea hay por todos lados una región sin mapa; apenas fragmentos de su orla se han explorado, y éstos imperfectamente; con ello es con lo que se enfrenta la religión. En segundo lugar, podemos señalar que la religión se enfrenta con su campo natural no a tientas, por los métodos habituales a la paciente investigación intelectual, sino directamente y por los métodos de la emoción y de la aprehensión subconsciente. [...] Una tercera característica surge de la primera. La región inexplorada nos rodea por todos lados y es aparentemente infinita: por . consecuencia, una vez admitidos como factores de nuestra vida ordinaria las cosas que suceden en la región inexplorada, son aptos para ser considerados factores infinitos, que dominan y sumergen a los otros.»{18}
Estamos ante una de las explicaciones más ingenuas que pueden darse sobre la Religión, y además, explicación típica de quien se encuentra en una fase terciaria. Esta postura no sólo no explica nada sino que además es una petición de principio absoluta. Aquí podríamos tomar las críticas que Durkheim hace al animismo de Tylor:
• Se podría acusar a Murray de intelectualismo, ya que es mucho suponer que conceptos religiosos muy complejos puedan encontrarse ya en los primeros estadios del desarrollo religioso. Serán conceptos de gran pregnancia filosófica que tardarán mucho en aparecer incluso en la Mitología Griega.
• ¿Por qué los primeros individuos religiosos tuvieron que sacar de lo que desconocían las mismas conclusiones que Murray saca desde su perspectiva situada en una fase terciaria de la Religión? y ¿hasta qué punto se puede hablar, a niveles tan primitivos en la humanidad, de una región positiva perfectamente explicada por la ciencia? (más bien, ¿hasta qué punto se puede hablar ni siquiera de ciencia?).
• Lo más lógico sería que el hombre primitivo no prestase atención a los fenómenos inexplicables sin más, sino únicamente a aquéllos que se encuadrasen ya en un sistema religioso. La religión debe ser anterior a la divinización de esa región sin mapa.{19}
Desde el Materialismo filosófico una de las mayores críticas que se le pueden hacer a Murray es que se quede en el nivel fenomenológico en el que se mueven las Ciencias de las Religiones. Estas Ciencias ni siquiera pueden delimitar el ámbito de los fenómenos religiosos (como veremos más adelante la teoría de Murray renuncia expresamente a ello, presa de su perspectiva científica), ya que esta tarea requiere una Filosofía de la Religión, de la que Murray carece.
II. 2. Una verdadera filosofía de la religión debe poseer carácter crítico, estableciendo discriminaciones en el material fenomenológico
Una criba de este tipo claramente no se halla en la Teoría de Murray. La causa es la que acabamos de señalar en el punto I.1 respecto a las limitaciones de las Ciencias de la Religión, y los ejemplos son abundantes:
Renuncia a dar una definición de lo que es la Religión, como ya hemos visto.
Incapacidad de distinguir la religión de otros fenómenos como la poesía, el arte,...
Incapacidad de diferenciar entre Religión y Superstición:
«¿No debo establecer ninguna diferencia entre religión y mera superstición? No en este momento. Más tarde quizás veamos alguna manera de hacerlo. Superstición es el nombre dado a las formas bajas o despreciables de la religión, a la clase de religión que desaprobamos. La línea de separación, si trazáramos alguna, sería solamente una barra introducida arbitrariamente a través de un proceso complicadísimo y continuo.»{20}
Incapacidad para distinguir la Religión de las meras emociones humanas. Dios sería para Murray «el deseo colectivo personificado».{21}
Incapacidad para dar fundamento a la única distinción que hace entre Themis y lo que no es Themis{22}. La distinción es paralela a la que Durkheim{23} establece entre lo sagrado (themis) y lo profano (lo que no es themis). En la misma línea de análisis sociológico, la themis sería la moral, las normas victoriosas. Pero, ¿por qué tiene que caer la moral del lado de lo sagrado? Murray no da ninguna explicación que realmente dé cuenta de ello (la asociación de la moral con la religión será fruto de la teologías terciarias (de la cristiana en especial), donde el hombre se halla moralmente corrompido por el pecado original, consecuencia de lo cual, sólo podrán hallar una reparación moral si se inserta en la dogmática moral religiosa).
II. 3. Una verdadera filosofía de la religión debe poseer tesis no neutrales acerca de ésta y debe comprometerse con el problema de la verdad de la religión
En la Teoría de Murray no encontramos ninguna de estas dos características. La única verdad que llega a defender en la religión es expuesta o en términos psicologistas (miedo a lo desconocido), emotivistas (emociones grupales y personales, imaginación, fantasía...) o sociologistas (cohesión del grupo, lo sagrado como representante de la moral: contradiciéndose a sí mismo cuando habla de la inmoralidad en las religiones preolímpicas de Grecia).
Pero, para que no quepa la menor duda de la legitimidad de nuestras tesis en este punto, vamos a transcribir aquí un texto del mismo Murray que hace referencia al tema de la verdad de la religión:
«¿Significa esto [lo que ha dicho sobre la religión y la superstición] deducir que todas las religiones que han existido son falsas? No tanto [...] Sin embargo, quede el hecho de que el hombre tiene que establecer alguna relación con las inexploradas, las misteriosas regiones de vida que lo rodean por todos lados. Y por mi parte me alegro que su método debe ser con mucho y es en gran parte lo que San Pablo llama pistis o fe: es decir, cierta actitud no del intelecto consciente sino de todo el ser, que usa todas sus potencias de sensibilidad, sus más tenues e inarticuladas antenas y tentáculos, en el esfuerzo por tocar de algún modo con ellos lo que no puede asirse con los concretos sentidos o analizarse por la razón consciente. Lo que ganamos así es una posesión insegura pero preciosa. No adquirimos ningún dogma, al menos ningún dogma cabal, pero adquirimos mucho más, adquirimos algo difícil de definir que yace en el corazón no sólo de la religión sino del arte y la poesía y todos los altos anhelos de la emoción humana. Creo que a veces ganamos realmente una guía práctica en algunas cuestiones en que la experiencia y la argumentación fallan.»{24}
II. 4. Como verdadera filosofía de la religión debe responder a la pregunta por la esencia, el origen y la evolución
De todo lo dicho anteriormente se desprende inmediatamente que la teoría de Murray no responde a ninguna de estas tres preguntas.
A la primera no responde ya que no realiza el movimiento de regressus hacia las esencias. En cuanto a la segunda y a la tercera, se queda, como ya hemos dicho, en una mera historia fenomenológica que mezcla el psicologismo con el sociologismo, sin llegar a un análisis profundo en ninguno de los dos campos.
II. 5. Conclusión
De todo lo dicho se sigue que es imposible hablar de verdadera filosofía de la religión en Murray, es decir, Murray no hace Filosofía, con todo lo que esto conlleva ante una materia de estudio como ésta.