II. Una comedia al servicio del Imperio español
Desde luego lo que resulta más chocante la primera vez que uno se acerca a la obra es la mención que se realiza del rey de España, Carlos V, y de otra serie de personajes como César, Alejandro Magno, Felipe IV, que desde luego nada tienen en principio que ver con el ciclo mítico de los Argonautas.
Ahora bien, tal mención no es gratuita en el caso de Carlos V si tenemos en cuenta que el monarca español ingresó en la Orden del Toisón de Oro{3} en el XVI capítulo reunido en Bruselas en 1501, cuando aún era duque de Luxemburgo. Dirigirá la orden desde 1506, año del fallecimiento de su padre Felipe I de Castilla, hasta 1555, año en que pasa al frente de la orden su hijo Felipe II.
Décimo destos que la Fama nombra,
manda poner sobre esta blasa y plinto,
con la ferocidad que al Cita asombra, al Marte de la tierra, a Carlos quinto;
la reina de las aves hará sombra
de suerte a España en término sucinto,
que dando envidia a las demás naciones
penetran los dos polos sus pendones.
El vellocino que hoy me sacrificas,
De tanto honor le haré que ilustre el pecho
De los reyes de España, entre las ricas
Piedras que el fuego esmaltarán deshecho;
Mira a qué cielo su valor aplicas
Después de estar de treinta estrellas hecho,
Cuando le bañe el sol en su alta esfera,
Al paso de la verde primavera.{4}
Es más, tal relación la vemos clara cuando el mismo Lope expresa en boca de Marte como el vellocino protagonista de esta historia aguardará siglos para ser la muestra distintiva de un nuevo Imperio que aún está por venir, un nuevo Imperio que en ese momento en el que transcurre el relato no es más que una idea arquetípica en la mente divina:
[...] éstos que no han nacido, aunque han llegado
por el valor futuro al templo mío
Júpiter manda que su imagen sea
Copiada aquí de su divina idea;.{5}
Esta mención del futuro Imperio español como Idea en la mente divina ya siglos antes de que se encarne es una manera preciosa de concebir poéticamente a España, la maestría de Lope queda patente una vez más.
Tampoco es gratuita la mención de Felipe IV monarca que dirigió el Imperio español entre 1621 y 1665, lo que le convierte en el tercer y último de los reyes que gobernaron en vida de Lope.
Más oscura pudiera parecer acaso la mención de otros personajes históricos como Julio César o Alejandro Magno, ya que uno puede preguntarse, en principio, a qué criterio obedece tal selección. Mi respuesta es que el criterio que guía la lista de hombres históricos dada por Lope es el del Imperio. Resumiendo, Alejandro, César{6} y Carlos V serían nombrados en tanto que iniciadores de tres grandes imperios: el macedonio de corte helenístico, el romano y el español. La obra sería pues todo un canto en homenaje a la Idea de Imperio, que si bien hoy se halla injustamente desprestigiada, fue en la Antigüedad uno de los más seguros caminos para la civilización y la paz. Lope está colocando el Imperio español a la altura de la Grecia Helenística y del Imperio Romano, hecho este muy significativo, aunque tampoco podía ser de otra manera, ya que se trata las formaciones políticas que más prosperidad, apogeo cultural, civilización y paz trajeron en sus respectivas épocas y abarcando también grandes extensiones geográficas.
Es también significativo que se elija un tema sacado del ciclo de los Argonautas ya que el viaje de la nave Argo supuso toda una hazaña que la civilización griega recordaría siempre como gloriosa y que probablemente tuvo un fundamento real de tipo colonizador.
Además de esto ambas temáticas confluyen también en la figura de Carlos V que además de ser el forjador del Imperio Español fue también el quinto soberano de la Orden del Toisón de Oro.
El hecho de emparentar en cierto modo «genéticamente», a través del vellocino, el Imperio Español con el Imperio Romano y con el Macedónico hace pensar en que Lope pudiera estar usando una estrategia muy parecida a la seguida por Virgilio en la Eneida cuando hizo al naciente Imperio Romano de Augusto descendiente de los troyanos. Esto significaba, en el fondo, unir a Roma con Grecia, ya que la Troya que nos pintó Homero era una civilización que compartía con los griegos religión, costumbres, lengua, valores,...
He aquí, en mi opinión, el motivo principal de la obra, el elogio y engrandecimiento del Imperio español. Veamos ahora las fuentes clásicas.
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