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Investigadora en el Instituto de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Salamanca y en el Centro de Estudios Clásicos y Humanísticos de la Universidad de Coimbra. Doctora en filosofía por la Universidad de Salamanca (Febrero de 2008). Autora de cinco libros: "Una revolución hacia la nada" (2012), "Don Quijote de la Mancha: literatura, filosofía y política" (2012) "Destino y Libertad en la tragedia griega" (2008), "Contra la teoría literaria feminista" (2007) y "El mito de Prometeo en Hesíodo, Esquilo y Platón: tres imágenes de la Grecia antigua" (2006). Ha publicado varios trabajos en revistas académicas sobre asuntos de literatura, filosofía y teoría literaria. En su carrera investigadora ha trabajado y estudiado en las universidades de Oviedo, Salamanca y Oxford. Fundamentalmente se ha especializado en la identificación y el análisis de las Ideas filosóficas presentes en la obra de numerosos clásicos de la literatura universal, con especial atención a la literatura de la antigüedad greco-latina y la literatura española.

No es que esto sea Ítaca, pero verás que es agradable

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Si amas la literatura y adoras la filosofía, éste puede ser un buen lugar para atracar mientras navegas por la red.
Aquí encontrarás acercamientos críticos de naturaleza filosófica a autores clásicos, ya sean antiguos, modernos o contemporáneos; críticas apasionadas de las corrientes más "totales" del momento: desde la moda de los estudios culturales hasta los intocables estudios "de género" o feministas; investigaciones estrictamente filosóficas sobre diversas Ideas fundamentales y muchas cosas más. Puede que hasta os echéis unas risas, cortesía de algún autor posmoderno.
Ante todo, encontraréis coherencia, pasión, sinceridad y honestidad, antes que corrección política, retóricas complacientes y cinismos e hipocresías de toda clase y condición, pero siempre muy bien disimuladas.
También tenemos la ventaja de que, como el "mercado" suele pasar de estos temas, nos vengamos de él hablando de algunos autores con los que se equivocó, muchísimos, ya que, en su momento, conocieron el fracaso literario o filosófico y el rechazo social en toda su crudeza; y lo conocieron, entre otras cosas, porque fueron autores muy valientes (son los que más merecen la pena). Se merecen, en consecuencia, el homenaje de ser rehabilitados en todo lo que tuvieron de transgresor, algo que, sorprendentemente, en la mayoría de los casos, sigue vigente en la actualidad.
En definitiva, lo que se ofrece aquí es el sitio de alguien que vive para la filosofía y la literatura (aunque, sobre todo en el caso de la filosofía, se haga realmente duro el vivir de ellas) y que desea tratar de ellas con respeto y rigor, pero sin perder la gracia, porque creo que se lo debemos, y si hay algo que una ha aprendido de los griegos es, sin duda, que se debe ser siempre agradecido.

domingo, 25 de agosto de 2013

La civilización de los Hiperbóreos: un ejemplo de pensamiento utópico griego.


I. Introducción: diferencias entre el Pensamiento Utópico y el Pensamiento Filosófico.
Muy brevemente quisiera comenzar este artículo señalando que, desde un punto de vista estricto, convendría diferenciar muy bien los relatos utópicos de las filosofías normativas en materia política. Pretendo, pues, huir de interpretaciones como las de Burckhardt (2005: 291):
Entre tanto, la filosofía no se reducía a escribir y a hablar sobre el estado en general y en particular, de tal suerte que con el tiempo ningún filósofo de prestigio dejó de tener su Perì Politeías (acerca del Estado), sino que trazó cuadros ideales, utópicos, del estado tal como debía ser, una empresa para la que no podía estar mejor preparada la fantasía griega”.
La consideración de las obras políticas platónicas y aristotélicas como “fantasías” no podría ser más equivocada. Las críticas de Burckhardt hacia la filosofía política griega van in crescendo durante todo el capítulo que dedica a la consideración objetiva de las formas políticas, (2005: 290-298), pero dejaré aquí mi mención a Burckhardt para continuar con lo que me he propuesto analizar en este apartado.
Existe una gran diferencia entre la creación literaria de un mundo distinto al realmente implantado, donde además la felicidad y la abundancia suelen estar siempre presentes, y la filosofía política de corte programático como pudiera ser la de Platón, Kant, Marx, etc.
La filosofía política parte siempre de un análisis crítico de la Realidad vigente. Las propuestas normativas en materia política de Platón o Kant, por seguir con los mismos ejemplos, nada serían si no tenemos en cuenta los análisis críticos llevados a cabo por estos filósofos a lo largo de toda su obra teórica. No se trata de fantasías situadas en geografías imaginarias o imprecisas, sino de férreas organizaciones sociales acordes al sistema filosófico del autor de las mismas. En la República de Platón hallamos presentes todos los elementos que interesaban al autor y que había sometido al análisis filosófico en el resto de sus obras: la Justicia, la Virtud, la Educación, … todo lo que es objeto de regulación proviene de una crítica sistemática a las instituciones realmente implantadas.
Es cierto que éste es un paso, el de ofrecer una regulación alternativa a la vigente, que no todos los filósofos han dado, el paso del ser al deber ser, y también es cierto que autores como Spinoza o Hegel denunciaron la, a su juicio, inutilidad de tales planteamientos, pero no por ello debemos dejar de constatar el enfoque sistemático presente en todas estas propuestas.
Es más, casos como el de Platón son todavía mucho más claros, ya que la República nos pone delante a un Platón más próximo a Maquiavelo que a Tomás Moro o a cualquiera de las utopías clásicas1. Sólo basta echar un vistazo al libro III para comprender la astucia de un Platón que sabe que los Mitos son el mayor medio de manipulación del pueblo griego, algo que la experiencia del Imperio Marítimo Ateniense les había enseñado (recordemos que Atenas confiscaba tierras en nombre de la diosa Atenea y reivindicaba autoridad sobre las colonias jonias explotando antiguos relatos míticos).
La Filosofía no inventa mundos, realiza una demoledora crítica de lo existente para construir sus conceptos normativos sobre las cenizas de la realidad. Nadie reflexionó tanto sobre el modelo de vida de la pólis ateniense como Platón, gracias a sus libros conocemos detalles sobre comidas, costumbres, pautas pedagógicas, etc. Platón elabora sobre este exhaustivo análisis crítico un Estado ideal, construido desde las Ideas, que, curiosamente, recuerda mucho a la Esparta descrita por Jenofonte, otro discípulo de Sócrates. Esto no es algo que deba pasarse por alto, sobre todo si tenemos en cuenta el momento histórico de la pólis ateniense. Las posiciones políticas que miraban con admiración al Estado espartano debieron gozar de muy poco aprecio entre el pueblo ateniense que conoció de la mano de los Lacedemonios la humillación de la derrota y la imposición de una dictadura tras sucumbir frente a ellos en la Guerra del Peloponeso.
Un Estado ideal, el platónico, que éste intentó imponer a toda costa en Sicilia, por lo que ni siquiera puede decirse con propiedad léxica que se tratase de un proyecto utópico.
De acuerdo a las teorizaciones marxistas podrían distinguirse dos valoraciones muy distintas del pensamiento utópico. En la tradición más estricta y ortodoxa tendríamos a Marx y a Engels con su caracterización peyorativa de lo utópico como irrealizable, ilusorio y, en consecuencia, reaccionario. Contra esta interpretación se han alzado autores, ya marxistas, ya muy próximos al marxismo, como Bloch y Marcuse, que ven en la utopía una forma revolucionaria de plantear alternativas a lo políticamente implantado. Quizás la respuesta consista en no tomar ambas interpretaciones como excluyentes y afirmar la posibilidad de que la utopía puede ser en muchos autores una forma de revolución y crítica frente a lo establecido a través de la puesta en escena de modelos socio-políticos radicales.
Por pensamiento o relato utópico voy a entender lo siguiente:
Se trata de modelos o contramodelos político-sociales que alcanzan su significado pleno en contraste con la realidad vigente en ese momento histórico [el del relato]. Sus fines son fundamentalmente de tres tipos:
  • Críticos: se trata de ofrecer un contraste negativo con respecto a la estructura socio-política vigente. La sociedad real queda por debajo de la mítica en cuestiones de leyes, justicia, organización social, régimen político. Es el caso del Mito de las Edades en autores como Hesíodo (mientras que en la versión ovidiana sería ya simplemente un tópico literario).
  • De refuerzo: En este caso se trata de hacer ver lo positivo de lo existente. El Mito funcionaría como contraejemplo. Es el caso del mito de los Cíclopes en Odisea, IX.
  • Escapistas: su función es únicamente la de ofrecer una sociedad ideal para deleite de la imaginación. No se trata estrictamente de una alternativa política sino de la expresión de los sueños de una sociedad o de cierta clase perteneciente a ella. Éste es el caso, a mi juicio, del relato que me dispongo a analizar.
Otra característica a tener en cuenta en el análisis del concepto de civilización utópica es que remiten a un futuro o pasado ideales. Relatos como el de los Hiperbóreos se encuentran muy cerca de Mitos como el de la Edad de Oro, pero infinitamente lejos de un análisis filosófico de carácter normativo como el presentado en la República por Platón.
Finalizada esta pequeña introducción es hora de pasar al análisis concreto del relato en cuestión.

II. La civilización de los hiperbóreos.

II.1- El relato y sus fuentes en la literatura griega clásica.

Las referencias a una civilización hiperbórea podemos encontrarlas en varios autores clásicos desde Píndaro y Alceo a Baquílides y Diodoro. Es este último el que más se extiende en su relato y cita como fuente principal a Hecateo de Abdera y luego a Herodoto3. Otras fuentes son Calímaco (In Delum [4] 293-295, Aetia Frag. 186 Pfeiffer, Apolo [2] 5), Apolodoro (2.5.11), Apolonio Rodio (El viaje de los Argonautas, 4. 610-650), Plinio ( al que cito más adelante), entre otros.
Yo me centraré fundamentalmente en la versión de Hecateo relatada por Diodoro Sículo. Lo primero a lo que habré de hacer referencia es al porqué de la consideración de los Hiperbóreos como relato utópico y no exclusivamente mítico.
Fundamentalmente, las razones para ello descansan en la presentación de tal sociedad como realmente existente y caracterizada por un sistema legal y político perfecto. Para Plinio era imposible dudar de la existencia de los Hiperbóreos (Historia Natural, 4.12.88).
En cuanto a la existencia postulada por las fuentes antiguas, ha hecho que muchas investigaciones tengan en cuenta los datos de este relato para establecer los orígenes culturales y geográficos del Culto a Apolo, ya que los Hiperbóreos gozan de una relación privilegiada con el dios.
La ubicación geográfica de este pueblo no es fácil y los expertos postulan varios enclaves como posibles. En realidad, la estructura del relato y su contenido hace pensar en una civilización mítica, cuya existencia efectiva no andaría muy lejos de la de los Feacios en Odisea.
La caracterización de esta sociedad es ciertamente mítica: relación privilegiada con los dioses, fertilidad, dobles cosechas, ausencia de trabajo y de mortalidad, sus gentes se dedican a actividades artísticas como la danza y el baile... Estos rasgos los encontramos en diversos relatos, desde el Mito hesiódico de la Edad de Oro (Trabajos y Días, v. 106 y ss.) hasta la descripción homérica de la Civilización Cíclope en Odisea, IX, 82-115.
A continuación veré con detenimiento el relato tomando como fuente principal a Diodoro (lugar citado), si bien no dejaré de considerar las otras versiones.
El Mito es atribuido por Diodoro a Hecateo de Abdera, supuesto autor de una obra Sobre los Hiperbóreos, que situaría geográficamente a tal prodigio de sociedad en una isla frente a la Céltica.
Se trata de una región fértil, productiva, de buen clima, que produce dobles cosechas al año y en la que honrarían a Apolo por ser la región natal de su madre Leto. Existiría en la isla un templo esférico dedicado a Apolo al que servirían como sacerdotes. La mayoría de los habitantes de la ciudad sagrada del dios son citaristas. Tienen un idioma propio y mantienen relaciones de concordia con los griegos, especialmente atenienses y délicos. Desde su territorio la luna no sólo presenta mayor cercanía a la tierra, sino que hace visibles unas protuberancias semejantes a cúmulos de tierra. Cada ciclo de ajuste de los astros, 19 años, Apolo se presenta en la Isla, participando en danzas, cantos y recitales. El gobierno es de carácter hereditario y pertenece al linaje de Bóreas.
Este es el relato del Mito según nos lo transmite Diodoro Sículo. Es realmente breve pero, afortunadamente, no es la única noticia que poseemos acerca de tal sociedad. Posteriormente completaremos el dibujo de los hiperbóreos recurriendo a otras fuentes griegas como Píndaro, Alceo, Baquílides o Herodoto.
El relato presenta las siguientes características tópicas:
  • Geografía indeterminada y fantástica.
  • Ambiente social gobernado por la paz.
  • Reinado pacífico y justo.
  • Ideal de autosuficiencia o autárquico4.
  • Vida sencilla dedicada a la divinidad, con la que se está en perfecta sintonía, y a las actividades más nobles, como la música, la composición de himnos, la danza.
Graves, al tratar de clarificar la historia de Apolo, manifiesta que éste fue postulado como hijo de los hiperbóreos e identifica la localización indicada por Hecateo (Biblioteca histórica) con los británicos, considerándolos, en cambio, libios el poeta Píndaro. (Odas Píticas x. 50-55).
Se les asociaba con el Culto de Delos que abarcaba el sureste hasta Nabatea y Palestina y el Noreste hasta Bretaña. Diodoro Sículo señala que existía una fluida relación entre los pueblos que practicaban el culto.
Píndaro cuenta como Apolo sacrificó entre los hiperbóreos una considerable cantidad de asnos. Tal historia anima a Graves a señalar el Mito de los Hioperbóreos como correlato de la historia oriental del “Niño Horus” y su victoria sobre Set, que los egipcios celebraban sacrificando asnos salvajes arrojándolos por un precipicio. Pitón ocuparía el papel de Set en la Mitología griega.
Para Graves, la historia del combate entre Apolo y Pitón por el control de Delfos tendría como desencadenante el subsanar la introducción de un Apolo Esminteo, de aspecto de ratón y equivalente al dios cananeo de la curación Esmún, por parte de Helenos del Norte hostiles a Grecia central y el Peloponeso y aliados de los tracio-libios que se apoderaron de los centros oraculares en los que, como en Delfos, aún persistiría el Culto a la Diosa Tierra encarnado en un animal ctónico como lo era la serpiente. Los invasores habrían accedido a identificar su culto con el Apolo-Horus hiperbóreo, produciéndose así el sincretismo religioso y el consiguiente Mito. Además se instituyeron unos juegos anuales en honor de Pitón y se mantuvo a su sacerdotisa en el templo.
Siguiendo con los paralelismos, Graves señala que Leto, la diosa-Luna de Delos, sería la misma divinidad que Brigit, triple diosa hiperbórea, representada también en la Mitología egipcia por la diosa-Luna Isis o Lat, amante de Osiris, padre de Horus.
La civilización de los Hiperbóreos también tiene presencia en la mitología que rodea al Rey de Bromio, en Macedonia, Midas5. Al parecer un sátiro perteneciente al séquito de Dioniso, Sileno, tras ser descubierto dormido en los jardines del Rey habría sido conducido ante Midas al que le dio noticia de un continente transoceánico con grandes ciudades en las que sus habitantes vivían ajenos a toda preocupación, gozaban de gran longevidad, a la par que de gran tamaño, y poseían el mejor de los sistemas legales. Al parecer se organizó una expedición de diez millones de hombres en busca de la tierra de los hiperbóreos, cuya excelencia provocó la indignación de los expedicionarios.
Eliade también trata de la importancia de los hiperbóreos a la hora de esclarecer los orígenes del culto a Apolo en Grecia. Señala, en primer lugar, que la referencia más antigua que de ellos tenemos es por un poema de Alceo (600 a.C.) resumido por Hiberio, un rétor tardío del siglo IV d. C.
Al parecer, Zeus encargó a Apolo la tarea de dotar de leyes a los helenos pero éste, en vez de cumplir con la labor encomendada, se retiró durante un año al país de los hiperbóreos, regresando sólo por las constantes invocaciones que se le hacían desde Delfos. A partir de entonces, la divinidad se repartió pasando el invierno, de tres meses, con los hiperbóreos y regresando a Delfos con la primavera, lo que indica que se trata de un Mito etiológicio relacionado con los ciclos de la vegetación y la fertilidad. En su ausencia, del reinado de Delfos se ocupaba Dioniso.
Eliade concluye que ya para los antiguos estaba claro que dicho país pertenecía a la geografía mítica, al igual que sus habitantes libres de enfermedades y vejez. De ellos el poeta afirmaba que podían alcanzar la edad de mil años sin trabajar ni luchar, sólo ocupándose de la danza y de la música (frag., 272, Bowra).
Baquílides (III, 59) cuenta que Apolo recompensó la piedad de Creso y sus hijos llevándolos a vivir entre estas gentes.

II.2- Análisis crítico del Mito de los Hiperbóreos.

Conocidas las referencias al mito presentes en la literatura griega, ¿qué conclusiones pueden extraerse de tan diverso material?
He de decir que en este relato encontramos elementos de dos distintos tipos:
  • Elementos míticos. Aquí es donde entran fundamentalmente la mayoría de los tópicos mencionados en el apartado anterior. Se trata fundamentalmente de un Mito escapista y etiológico. Sirve para explicar, en una fase primitiva y en sus versiones más antiguas, los ciclos de la vegetación. En Diodoro, en cambio, lo que explica es de naturaleza astronómica. Este hecho muestra el avance científico experimentado en Grecia, el cambio de una sociedad agraria a una sociedad que descollará en ciencia y filosofía. Apolo se convertirá en Diodoro en el gran relojero que todavía postulaba la Física de Newton.
  • Elementos utópicos. Siendo coherente con mi definición del pensamiento utópico sólo tendrán cabida en este apartado las referencias de naturaleza socio-política. Se trata de un relato que nos muestra una sociedad perfecta en lo que respecta a su ordenamiento legal y a su gobierno en manos de los descendientes de Bóreas. Consecuencia de dicha organización los habitantes pueden dedicarse exclusivamente a actividades artísticas y a cultivar sus relaciones con la divinidad. En cuanto a las dificultades de realización de tal sociedad, el mismo Píndaro las convierte en metáfora (característica habitual de los relatos utópicos, como ya he dicho) cuando señala que nadie puede descubrir el camino que lleva hacia los juegos de los hiperbóreos (Odas Píticas, x, 50-55).
Desde luego se trataría de un mito muy antiguo, ya que es fundamentalmente agrícola no sólo por los fenómenos que explica (lo de Diodoro parece un añadido posterior al cuerpo principal del mito), como la llegada de la primavera, sino por la sociedad que retrata, una sociedad basada en la agricultura de recolección, si tenemos en cuenta la distinción realizada por H. Jeanmaire sobre la que llama la atención Vernant en Mito y pensamiento en la Grecia antigua6. Veamos a continuación la señalada caracterización de la actividad agrícola, que era de dos tipos:
  • Arboricultura: estamos ante una extensión de la agricultura de recolección. Los frutos que obtiene el trabajador aparecen como regalados por la propia naturaleza. Llevaba asociada ciertas divinidades que a su vez estaban relacionadas con la obtención de riquezas. Tales divinidades eran denominadas polygetheîs y eran las Horas, las Carites y los Oinotropoi.
Tales deidades se hallan excluidas en obras como las de Hesíodo, apareciendo únicamente como participantes en el acicalamiento y embellecimiento de Pandora.
  • Agricultura relacionada con el cultivo de cereales: requiere de un gran trabajo. La tierra aquí es una tierra árida y dura a la que hay que arrancarle los frutos con gran sufrimiento. La divinidad que se le asocia es Deméter; son los denominados trabajos de Deméter, los cuales no son concebibles sin el trabajo humano.
Aquí las riquezas y los frutos no se hallan garantizados, lo único que se encuentra garantizado es un cierto orden y una cierta regularidad que, si son bien conocidos y observados, garantizan un buen resultado.
Ser labrador significa someterse a los estrictos ciclos que la naturaleza impone con su ley, por eso este trabajo implica una elevada conciencia de estar sometido a las leyes de la divinidad, llevando asociada también una determinada moral y una particular forma de vida estricta y austera. El trabajo toma la forma de “experiencia religiosa”, se convierte en un valor por sí mismo y lleva asociado también el valor de la justicia: la única manera de obtener frutos es trabajar sometiéndote siempre a la ley, a la ley de los campos, pedíon nómos, en la cual se hallan implicados tanto valores teológicos como estrictas normas morales y pautas agrícolas muy fijadas.
El Mito de los hiperbóreos retrataría, pues, el mundo soñado de una sociedad como la griega que se caracterizaba precisamente por lo diametralmente opuesto a la civilización de estos míticos seres, a saber, el trabajo duro que se requería para arrancar cualquier clase de fruto a la difícilmente trabajable tierra helénica, las constantes luchas intestinas en que se debatió Grecia durante toda su historia incapaz de alcanzar una organización política estable, el afán codificador que atormentó a los griegos del siglo VII a.C. incapaces de dar solución a los problemas sociales que surgían en el seno de sus ciudades-Estado, el Ideal de la salud y la longevidad muy presente en una sociedad que desarrolló importantes conocimientos médicos. Lo hiperbóreos suponían la negación de toda esta dura existencia. Sólo hay que comparar su agricultura con la descrita por Hesíodo en Trabajos y Días para darse cuenta del contraste.
Ésta es, pues, la naturaleza del relato que he abordado en esta contribución: un relato de naturaleza mítica y utópica (no siempre ambas características van unidas) que cumpliría una función escapista representando la negación de todos los males que acecharon a la civilización griega clásica. Gracias a relatos como el de los hiperbóreos podemos llegar a saber más de la civilización griega, porque una buena forma de conocer a una sociedad es saber más de sus sueños, de sus fantasías y de su imagen de la felicidad y la perfección.

III. Bibliografía.

III.1- Textos básicos.

Apolodoro (1985), Biblioteca, introducción de Javier Arce, traducción y notas de margarita Rodríguez de Sepúlveda, Madrid, Gredos.
Apolonio de Rodas (1983), El viaje de los Argonautas, Edición y traducción de Carlos García Gual, Madrid, editora Nacional.
Baquílides (1988), Odas y fragmentos, Introducción, traducción y notas de Fernando garcía Montero, Madrid, Gredos.
Calímaco (1987), Fragmentos, Himnos y epigramas, 2 volúmenes, Edición de Rudolfus Pfeiffer, Oxford.
Diodoro Sículo (2001), Biblioteca histórica, introducción, traducción y notas de Francisco Parreu, Madrid, Gredos.
Hesíodo (2000), Trabajos y días, introducción, traducción y notas de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díez, Madrid, Gredos.
Homero (1993), Odisea, traducción de José Manuel Pavón, Madrid, Gredos.
Jenofonte (1973), La república de los Lacedemonios, Edición, traducción, notas y estudio preliminar de María Rico, Madrid, Instituto de Estudios políticos.
Píndaro (2000), Obra completa, introducción, traducción y notas de Emilio Suárez de la Torre, Madrid, Cátedra.
Píndaro (1947), Odas y fragmentos, Editado por C. M. Bowra, Oxford.
Platón (1986), República, Introducción, traducción y notas de Conrado Eggers Lan, Madrid, Gredos.
Plinio (1966-1976), Historia Natural, 2 volúmenes, traducción y notas por Francisco Hernández, México, Universidad nacional de México.

III.2- Bibliografía secundaria.

Bloch, E. (2000), The spirit of Utopia, traducción al inglés de A. Nassar, Stanford University Press.
Boardman, J., Griffin, J., Murray O. [directores] (1988), Historia Oxford del Mundo clásico, versión española de Federico Zaragoza, Madrid, Alianza.
Bridgman, T. P. (2005), Hyperboreans: Myth and History in Celtic-Hellenic Contacts, Nueva York y londres, Routledge.
Bueno, G. (1995), ¿Qué es la filosofía?, Oviedo, Pentalfa.
Burckhardt, J. (2005), Historia de la cultura griega, traducción de Antonio Tovar y Germán J. Fons, Barcelona, RBA.
Eliade, M. (2004), Historia de las creencias y las ideas religiosas, traducción de Jesús Valiente, Barcelona, RBA, [1976].
Graves, R. (2005), Los Mitos griegos, prólogo de Carlos García Gual, traducción de Esther Gómez Parro, Barcelona, RBA.
Marx, K., Engels, F. (1974), Tesis sobre Feurbach y otros escritos filosóficos, Barcelona, Grijalbo.
Quintanilla, M. [director] (1985), Diccionario de filosofía contemporánea, Salamanca, Sígueme, 3ª.
Varela Álvarez, V. (2006), El Mito de Prometeo en Hesíodo, Esquilo y Platón: tres imágenes de la Grecia Antigua, Pontevedra, Mirabel Editorial.
Vernant, J-P. (2001), Mito y pensamiento en la Grecia Antigua, traducción de Juan Diego López, Barcelona, Ariel.
1 Varela Álvarez (2006).
2 La Metodología citada se encuentra explicitada en el Libro VII de la República, en el famoso Mito de la Caverna, y consiste en analizar la Realidad regresando a las Ideas fundamentales que subyacen a ella, para después de realizada tal labor crítica, progresar de nuevo para emprender la labor constructora sin problemas ya de falsedades ni de contradicciones.
3 Las referencias son las siguientes:
Herodoto, Historias, Libro IV, capítulos 13, 32, 33, 34, 35 y 36.
Píndaro, Odas Píticas, x, 50-55 y Fragmentos, 272, Bowra.
Baquílides, Epinicia, 3.59. Diodoro, Biblioteca Histórica, Libro II fundamentalmente, 47.
En cuanto a Alceo , se trata del Frag. 301. 1[a] y el 307. 1[c]de la edición de Lobel y Page, sacado de Himerio, Oración 14. 10-11.
4 La autarquía no es un ideal político en autores como Platón. Éste tiene muy en cuenta a la hora de construir el Estado Ideal las relaciones comerciales, el artesanado, las comunicaciones marítimas. La autarquía era el ideal de oikos no de la pólis: “La ciudad se constituye en oposición consciente al ideal de una autarquía individual o familiar”(Vernant, 2001: 264). Para un análisis más detallado de este y otros puntos de vista ver Varela Álvarez (2006).

5 Tomo como fuente, de nuevo, a Graves.
6 H. Jeanmaire, Dionysos. Histoire du culte de Bacchus (París, 1951), pp. 30-33 (apud Vernant, 2001: 254, nota número 8).

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